¿Qué clase de turismo queremos?

Visitar lugares desconocidos, descubrir parajes naturales, conocer culturas y sociedades diferentes, explorar y aprender en otros lugares y de otra gente: todo eso es viajar.
Pero de un tiempo a esta parte, turismo cada vez más se convierte en una mera industria de consumo. Da igual el destino, de las gentes del lugar nada se sabe, poco importa lo que se haga allí, más allá de comprarse “experiencias”, que no pasan de ser divertimentos circunstanciales, lejos de las vivencias que nos llevan a adquirir conocimiento.
Y con ello, los espacios naturales, las montañas, la naturaleza, cada vez más en camino de convertirse en parques temáticos. ¿Será esto la construcción de los no lugares de Augè en esta sociedad 3.0, complementarios de aquellos que se construyen en el mundo virtual y artificioso de las redes sociales?
Se hace cada vez más necesario y urgente volver a esa esencia del viaje, y desmantelar un modelo de turismo que devora gentes y territorio. Por nosotros y por el planeta.
Ecoturismo sostenible, como oxímoron que debe resignificarse en volver a ese viajar pausado, con la mente y los sentidos abiertos para que el lugar entre en nosotros más que a la inversa (nosotros penetrando, invadiendo, alterando el lugar a la medida de nuestras pulsiones).
Sin dejar huella


