La constelación de Boyero o Bootes, el marcador del inicio de la primavera

CONSTELACIONES, ¿QUÉ SON?
Las constelaciones son agrupaciones de estrellas que se unen mediante trazos imaginarios formando figuras singulares. Pero se trata de una ilusión óptica, se nos muestran como «pintadas sobre un lienzo», en dos dimensiones; si uniéramos esas estrellas en 3D no las reconoceríamos, ya que unas están muy alejadas de las otras como se puede apreciar en la siguiente imagen:
El término constelación procede del latín: com (reunión) y stelar (brillante).
CONSTELACIONES. UN POCO DE HISTORIA
Desconocemos la época en que mujeres y hombres comenzaron a dar nombres a los grupos de estrellas que apreciaban y reconocían en el cielo nocturno, quien sabe si ya desde sus cuevas y abrigos en la última era glacial, tal y como proponen recientes investigaciones como las de las pinturas rupestres de Lascaux (Francia), que arrojan a la luz el conocimiento avanzado que del cielo nocturno se tenía en la última Edad de Hielo.
Fuera cuando fuera, lo que está claro es que lo que impulsó a estas gentes a dibujar mentalmente estas figuras, fue la necesidad de observar y entender el cielo con el fin de orientarse y establecer un nexo con los fenómenos ligados a su oficio y a sus quehaceres diarios. Las constelaciones ayudaban a recordar y reconocer las estrellas que servían de orientación a los antiguos navegantes y viajeros de los desiertos, así como para elaborar calendarios agrícolas y religiosos.
Para ayudar en la transmisión de su conocimiento se crearon mitos que contribuían a darle un carácter sagrado a su existencia y para recordarlas. Todas las constelaciones están representadas por estas leyendas que han ayudado a las distintas culturas a mantener la tradición oral (y más tarde por escrito), del conocimiento del cielo de una generación a otra. Son vamos así a decirlo, las reglas mnemotécnicas del cielo.
Las constelaciones que hoy en día conocemos han vivido numerosos cambios a lo largo de la historia del hombre. Algunas, como hemos nombrado, tienen sus orígenes perdidos en las brumas del tiempo y otras, aquellas que no se observaban en nuestro hemisferio, son más recientes en nuestra historia.
Para la pregunta de ¿cuál es la constelación más antigua que se conoce? no tenemos respuesta. Pero se conjetura que quizá la Osa Mayor sea una de las más antiguas, ya que fue conocida por los pueblos nativos de Siberia y Alaska, lo que sugiere que ya fuera reconocida antes de que el hielo se derritiera y rompiera el puente de tierra entre los dos continentes, creando el Estrecho de Bering.
Los antiguos egipcios tenían sus propias constelaciones que pueden situarse al final de la última Edad de Hielo y los antiguos babilonios (alrededor del 5600 a. C.) crearon algunas nuevas. Los chinos desarrollaron independientemente sus propias constelaciones, pero no fueron reconocidos por el mundo occidental. Si bien muchas de las constelaciones que ahora utilizamos están asociadas con la mitología griega, los antiguos griegos no inventaron la forma de las constelaciones, sino que agregaron sus propias historias a las constelaciones que ya existían. Aratos, en el 270 a.C. enumeró 42 constelaciones y Ptolomeo, en el siglo II d.C. añadió 6 más.
Las constelaciones del cielo del sur no se agregaron hasta que los europeos comenzaron a navegar por todo el mundo y los marineros encontraron un cielo desconocido hasta entonces. Estos fueron dando nombre a las nuevas constelaciones que iban descubriendo, nombres más modernos como Indio, Pavo, Microscopio, etc., nada acordes con la mitología clásica.
Ya en la década de 1920, la recién creada Unión Astronómica Internacional encargó al francés Eugene Delaporte la tarea de crear un cielo uniforme para el uso de los astrónomos, fijando en 88 las constelaciones reconocidas hasta la fecha.
CONSTELACIONES DE PRIMAVERA
Las constelaciones cambian de posición a lo largo del año. Hay constelaciones, como la Cruz del Sur que no podemos ver nunca desde el hemisferio norte donde nos encontramos y otras constelaciones que solo son visibles en determinadas épocas del año.
El cielo de primavera en el hemisferio norte es un cielo oscuro, ya que es una época en la que la Vía Láctea no atraviesa el cielo y, por ello, apenas tenemos nebulosidades de polvo y gas que nos tapen lo que hay más allá de nuestra galaxia. No nos enseña demasiadas estrellas brillantes, siendo las que más destacan sobre esta negra cúpula, las tres estrellas que forman el “Triángulo de primavera”, un enorme asterismo en forma de triángulo en cuyos vértices se encuentran Spica de Virgo, Regulus de Leo y Arturo del Boyero (Bootes), la estrella más brillante del hemisferio norte celeste.
CONSTELACIÓN BOOTES, EL BOYERO
El Boyero, una típica constelación de primavera, se encuentra situada lejos de la Vía Láctea, pero es realmente memorable. Cuando puede vérsela al comienzo de la noche significa que se aproxima la primavera.
Arturo, su estrella más brillante y la cuarta estrella más brillante del cielo nocturno después de Sirio, Canopus y Alfa Centauri (aunque las tres solo son visibles en el hemisferio sur), es una gigante naranja, 26 veces más grande que el Sol y 113 veces más luminosa. Se encuentra a 37 años luz de la tierra.
Durante la Exposición Mundial de 1933 en Chicago, la luz de Arturo se dirigió a una célula fotoeléctrica que producía electricidad. Esta electricidad se amplificó y se utilizó para abrir la puerta de la exposición el día de la inauguración. Es asombroso pensar que esa luz había abandonado la estrella 37 años antes, en 1896.
El nombre significa “el que guarda osos”, y se refiere al Boyero en su persecución de las Osas Mayor y Menor, junto con sus perros de caza (constelación de Canes Venatici).
MITOLOGÍA DE LA CONSTELACIÓN DEL BOYERO
Existen muchas interpretaciones sobre la historia mitológica detrás de Boyero, tantas como civilizaciones y pueblos que la han transportado hasta nuestros días de forma oral y más tarde escrita. Os dejamos con unas cuantas de ellas para que elijáis la que más os guste ;):
Una de ellas nos habla de un labrador, que controló a los bueyes de la Osa Mayor con sus dos perros, Chara y Asterión (representados por la constelación Canes Venatici o los perros de caza). Así consiguió atar los bueyes al eje polar y de esa manera pudo mantener los cielos en rotación constante.
Otra nos habla que Bootes fue el inventor del arado, lo que complació tanto a Ceres, la diosa de la agricultura, que pidió a Júpiter otorgarle una instalación permanente en los cielos como recompensa por su invención.
Otra de las historias nos cuenta que la constelación hace referencia a Icaro, el creador del vino. Icario, que había aprendido el cultivo de la vid y la fabricación del vino del dios Dioniso, invitó a varios de sus amigos a una fiesta para probarlo. A la mañana siguiente, sus amigos se levantaron con una resaca muy fuerte y pensaron que Icaro trató de envenenarlos y por lo tanto decidieron asesinarlo mientras dormía (quien no hubiera hecho lo mismo una mañana de esas de resaca terrible…). Tas este suceso, Dionisio lo puso entre las estrellas para honrarlo.
CÓMO LOCALIZARLA EN EL CIELO
El Boyero es circumpolar y, por lo tanto, puede ser vista durante todo el año en el hemisferio norte.
Tiene una característica forma de cometa. La manera más fácil de encontrar esta constelación dentro del cielo es prolongando la línea que forman las estrellas de la cola de la Osa mayor (El Carro). Está aproximadamente a 30º del final del pértigo. Es fácilmente localizable a simple vista, pero si tienes unos prismáticos de por ejemplo 7 x 50 te ayudarán a apreciarla mejor.
Si trazas otra línea que pase por la estrella 7 y 5 del Carro. llegarás a la pequeña constelación de Cor Coroli o los Perros de Caza, constelación que siempre acompaña al Boyero.
Otra de las constelaciones que acompaña a Bootes es la Corona Boreal o Corona del Norte, bella constelación que tiene a Alphecca como estrella más brillante, se la conoce también como la «Joya de la Corona».
Te esperamos en nuestras visitas nocturnas, en los más bellos enclaves que muestran los cielos más limpios e impresionantes, bien en las montañas y valles del Pirineo o bien en los preciosos cascos antiguos de Boltaña y Aínsa, en la comarca de Sobrarbe (Huesca).
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